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¿Qué es la contracultura y cómo encaja Quitter en ella?

La contracultura de acuerdo con la definición de la Real Academia Española (RAE) es en pocas palabras:

“Un movimiento social que rechaza los valores, modos de vida y cultura dominantes”

Unas de las primeras manifestaciones de la contracultura aparecieron el la Antigua Grecia, con Sócrates promulgando ideas que iban en contra de todo el sistema ateniense de ese momento. Más adelante, este filósofo fue difamado y condenado a muerte por su pensamiento “hereje” que cambió los moldes de una sociedad hipócrita.

En una Cultura que marca y establece creencias, gustos, morales, patrones que a su vez crean modelos de conducta y de «comportamientos correctos», se originan represiones muchas veces feroces y terribles que no sólo pertenecen al pasado. Es al interior de este círculo que la Contracultura se mueve para marcar nuevas tendencias y lograr cambios; no sólo en el sistema que asfixia y oprime, sino lograr que ese caminante que es el hombre se encuentre algún día a sí mismo.

Posteriormente, la contracultura se volvió un movimiento tan grande, promoviendo la asociación de personas con características comunes, como los hippies, beatniks, y demás grupos sociales que iban en contra de la “sociedad ideal”.

Es importante decir que esta lucha contra lo establecido se refleja en las corrientes de arte, de cine, literatura, filosofía y en la cultura en general. Los movimientos como el surrealismo, el psicoanálisis o el nihilismo, cambiaron los momentos históricos en los que surgieron porque desafiaban la institución del arte en sí misma. Dalí, Freud y Nietzsche fueron vistos como rebeldes, al igual que Sócrates y muchos otros, por crear algo que antes no existía.

Jack Kerouac escribió un libro homenaje a todo este movimiento, “En el camino” (On the road), y retrata a Dean Moriarty, pseudónimo de Neal Cassady, quien fuera el alocado «hipster» que se convirtió en héroe de todos los beats.

Muchas revoluciones y cambios se han logrado gracias a la contracultura, incluso lo podemos aplicar a la actual era digital, donde rigen monopolios gigantes como Facebook, Google y Twitter, creando sus propias normas para la sociedad cibernética, de la cual ya hay movimientos contraculturales que se oponen a una estandarización online.

1. Las reglas de la comunidad online

Al principio, las comunidades que surgieron con el internet tenían una ideología clara de libertad y anonimidad, de no compartir sus datos personales, de dialogar y comunicarse libremente sobre los temas más controversiales, no confiar en nada que esté en internet y no alimentar a los trols.

Estas comunidades sobrevivieron así hasta el surgimiento de Facebook en 2004, cuando cambiaron completamente las reglas. Google incluso escribe en los términos y condiciones de su propia red social Google+ (2011):

Google+ hace que conectar con la gente en la web sea más parecido a conectar con la gente en el mundo real. Por eso, es importante utilizar tu nombre común para que las personas con las que quieras conectarte puedan encontrarte. Tu nombre común es el nombre con el que suelen llamarte tus amigos, familiares o compañeros de trabajo. Por ejemplo, si tu nombre legal es Charles Jones Jr. pero normalmente usas Chuck Jones o Junior Jones, cualquiera de estos sería aceptable.

Esto finalmente logra hacer que la lluvia de datos de oro comience y que las personas puedan hacerse responsables por lo que publican, pero principalmente que alimenten esa base de datos que enriquece a las compañías de tecnología.

2. Los hipsters de internet

Este puede ser nuestro apodo de ahora en adelante. Todos aquellos que no están conformes con entregar libremente sus datos para que lucren con ellos o con que no se puedan ver temas más allá de gatos, perros y fotos familiares.

Con esa idea surge GNU Social, Quitter y otras redes sociales descentralizadas – es decir, que no pertenecen a un servidor central – con la idea de una Federación libre de utilizar el código fuente a su antojo y de expresarse libremente. Estas redes se describen como una federación motivada por ética y solidaridad y que quiere abandonar los servicios centralizados capitalistas.

Lo que pasa actualmente en Facebook y Twitter, es que – además de lucrar con todo – censuran los pensamientos que puedan considerarse ofensivos para otros, sin permitir un diálogo de discusión entre personas con opiniones diferentes. Cuando permitimos que redes como Facebook o compañías como Microsoft censuren a los usuarios o se autocensuren por miedo a los reproches, perdemos las libertades que Internet proporcionó inicialmente.

Nosotros los hípsters somos el futuro del internet que surgió como una manera de liberarnos de las barreras geográficas, del idioma y de las ideologías preestablecidas. Pero mientras estas compañías sigan decidiendo por nosotros lo que es correcto o no, nos volveremos inmunes a pensar por nosotros mismos. En lugar de censura y ríos de información basura, el internet necesita que regresemos a un lugar de libre discusión y verdadera conversación.

No somos tontos para ceder ante aquellos racistas, feministas o cualquiera que quiera vendernos sus ideas. Es más, es la confrontación en donde surgen nuevos pensamientos, de que alguien defienda y argumente ideas que jamás se nos hubieran ocurrido. Precisamente en esas diferencias nos confrontamos nosotros mismos y descubrimos quiénes somos.

Sin la libertad de decidir personal o colectivamente qué creer y qué pensar, dejaremos de pensar en absoluto, cediendo voluntariamente nuestra libertad a los monstruos monopólicos y dejando que nos sigan alimentando con publicidad y contenido sin sentido. 

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